Los romances en la pantalla a menudo no reflejan la vida real. Así es como estos escenarios se representan más a menudo:
• El chico conoce a la chica, el chico pierde a la chica, el chico consigue a la chica.
• El chico conoce a la chica, el chico le da una paliza al chico malo, luego el chico consigue a la chica.
• El chico conoce a la chica, la chica muere, el chico consigue una nueva chica, todos cantan.
Algunas veces, los romances de la vida real dan un giro diferente. Tomemos, por ejemplo, el romance de Rut y Booz. En tiempos bíblicos, las mujeres solas a menudo tenían que vivir una vida de pobreza. Rut estaba en el mercado buscando un nuevo esposo, ya que tanto ella como su suegra Noemí eran viudas. El plan de Dios para Rut le daría a ella, no sólo la seguridad por la que estaba tan desesperada, sino que también haría de ella parte integral de su plan eterno.
Booz ya había notado a Rut (2:5), pero entonces Noemí le dio una lista de cosas para hacer que ayudarían a Booz a darse cuenta de su responsabilidad hacia Rut bajo la tradición y la ley judías (3:3-9). Seguir estas instrucciones precisas significaba más que solicitarle protección a Booz: ¡Rut estaba solicitando matrimonio!
¿Tan sólo un lindo cuento romántico? No, la obediencia de Rut establece una serie de eventos en marcha. El plan de Dios para redimir al mundo a través de su Hijo Jesús incluía la disposición de Rut a seguir instrucciones. Su matrimonio con Booz dio como resultado el nacimiento de un hijo, quien llegó a ser el abuelo del rey David (4:17).
Muchas generaciones después nació José y se convirtió en el esposo de María. Siendo todavía virgen, María dio a luz a «Jesús, llamado el Cristo». Aunque Jesús no fue hijo físico de José, era su hijo legal (Mateo 1:16-18; Lucas 2:4-5
A menudo quedamos limitados porque vemos la vida sólo momento a momento, pero Dios tiene la perspectiva eterna. Al igual que Rut, nuestra responsabilidad es dar pasos continuos de obediencia como parte del plan perfecto de Dios. —CK