El sol se estaba ocultando detrás de la colina. En la cima, una cerca desgastada por el tiempo definía la gran tumba común que contiene los cuerpos del pueblo Lakota masacrado en Wounded Knee.
Mi equipo misionero y yo nos detuvimos en las faldas de la solitaria colina y escuchamos las palabras de una mujer llamada Cecilia Oso Manchado. Supimos que más de 150 hombres, mujeres y niños fueron asesinados ese terrible día en 1890. Pero luego ella contó otra historia. De la tragedia pasó a la esperanza y a la redención. Era su historia.
Cecilia Oso Manchado creció en la reservación de Pine Ridge. Sus primeros años estaban llenos de alcohol y apatía. Se casó y continuó con sus costumbres incluso dándoles bebida a sus hijos. Hizo dinero para su familia contrabandeando, vendiendo licor fabricado ilegalmente. Su vida era un borrón de infelicidad y borrachera.
Luego comenzó a leer la Biblia. Las palabras hablaron a las penas más profundas de su corazón. Con el tiempo oró y recibió a Jesús como su Salvador. La vida de Cecilia cambió dramáticamente. Su esposo y sus hijos pronto notaron la diferencia. Aunque se convirtió en una marginada para su pueblo al abandonar la religión de éste, llegó a ser un faro de luz para los pocos creyentes en la reservación.
Con el tiempo, todos los miembros de su familia entregaron su vida a Jesús. En los años que siguieron, Cecilia ayudó a comenzar vida a Jesús. En los años que siguieron, Cecilia ayudó a comenzar llegar a la fe en su Señor.
Sin embargo, nos dijo que la vida no ha sido fácil. Ha habido olas de persecución que han amenazado con derribarla. Ha experimentado el dolor de ver a seres queridos alejarse de su fe y de perder a algunos de ellos por la muerte.
Pero a través de todo esto, explicaba ella, «mi bendito Salvador ha sido misericordioso». Cecilia tiene gozo en su corazón, por cuanto ha captado el significado de estas palabras: «En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
Cecilia ya no tiene un corazón herido. Jesús lo ha llenado de su misericordia y su paz. —TF