Probablemente Grand Rapids, Michigan no sea la clase de lugar en el que se esperaría ver una exhibición de museo de categoría mundial. Pero debido a una serie de eventos mundiales trágicos y a la tenacidad de los miembros del personal del museo, el Museo Público de Grand Rapids fue elegido para ser la sede de la única exhibición norteamericana del año de los rollos del mar Muerto.

Un escritor del diario The Grand Rapids Pressse refirió con desdén a los rollos como los «chismes» del mar Muerto. Aparentemente, él esperaba que los rollos se vieran como, bueno… rollos, y quedó decepcionado ante el tamaño de los fragmentos. Pero para mí, el tamaño no es el problema. Lo sorprendente es que haya sobrevivido cualquiera de sus partes. Y por esto le debemos gratitud al pueblo judío.

En la primera parte del primer siglo, los cristianos judíos comenzaron a sentirse molestos porque los creyentes gentiles eran tratados en igualdad de condiciones que ellos. Pablo respondió con estas palabras: «¿Cuál es, entonces, la ventaja del judío…? Grande en todo sentido. En primer lugar, porque a ellos les han sido confiados los oráculos de Dios» (Romanos 3:1-2).
Algún tiempo después de que Pablo escribiera esta carta a la iglesia de Roma, las autoridades romanas en Israel saquearon Jerusalén y destruyeron el templo. Una secta judía que vivía en el desierto cerca del mar Muerto escondió sus rollos donde los romanos no pudieran encontrarlos. Hoy, los rollos que ellos salvaron son las copias más antiguas que se conocen de los libros del Antiguo Testamento.

Cuando pensamos en ser «elegidos», a menudo nos centramos en el privilegio y no en la responsabilidad. Pero ser elegidos conlleva ciertas expectativas. Al ser elegidos en un equipo deportivo, se espera que juguemos bien. Al ser elegidos por algún empleador, se espera que trabajemos bien. Al ser elegidos como cónyuges, se espera que seamos fieles. Y al ser elegidos por Dios, se espera que trabajemos para Él, no en contra de Él. Dios quiere que cada uno de nosotros descubra su lugar y cumplamos con nuestro propósito.

Tenemos la Palabra de Dios hoy porque unos judíos de mucho tiempo atrás fueron fieles en su propósito, aun cuando sintieron que habían perdido su privilegio.  —JAL