Esta es una de esas historias fantásticas sobre mi hija Melissa que probablemente nunca hubiera sabido si ella no hubiese muerto en un accidente automovilístico en junio del 2002.
Mandy, la buena amiga de Mell, quien la había conocido desde que ambas eran bebés en la guardería de la iglesia y con quien había ido al colegio desde el kindergarten hasta el último día de Mell en la tierra, me contó esta historia. Vino a la luz una tarde cuando un grupo de las amigas de Melisa vinieron a nuestra casa para reír y llorar mientras compartíamos fotos e historias de su vida.

Mandy y Melissa estaban en España en un viaje con sus compañeros de la clase de español de la secundaria, probando su español con la gente del país. Una tarde, mientras sus otros amigos todavía estaban fuera, Mandy y Mell regresaron a su cuarto de hotel. Decidieron, como dice Mandy, «aprovechar la experiencia cultural», así que encendieron la televisión para ver el canal de  la BBC.  Mientras miraban la televisión, se trasmitió un informe de las noticias acerca de unos adolescentes que habían muerto en un accidente.

Eso hizo que las chicas comenzaran a hablar de la muerte. En su conversación, Mandy recuerda que Melissa dijo: «No sé por qué los cristianos temen morir. Después de todo, vamos a estar con Dios todo el tiempo. Sólo sé que cuando yo muera, quiero irme rápido.»

Esa última oración sigue rondándonos, porque ciertamente la muerte de Melissa fue repentina, espantosa e inquietantemente repentina. En un momento, ella estaba de camino a casa de vuelta de un fabuloso día en la playa con sus mejores amigos. Al siguiente, estaba en la presencia de su Salvador.

Sus pensamientos acerca de la muerte nos dan consuelo porque nos recuerdan lo que ya sabíamos: que Melissa estaba lista para encontrarse con Jesús. Y aunque ella era una adolescente siempre activa que amaba la diversión, sabía que lo primero en la vida era la fe, la fe salvadora.

¿Has confiado en la muerte y resurrección del Salvador para que compre tu redención? Esa es la manera de no tenerle miedo a la muerte.  —JDB