Una de las controversias entre los círculos religiosos de hoy es acerca de la existencia de los demonios. Cuando leemos los Evangelios no podemos negar la realidad del mundo demoníaco. El teólogo Donald Bloesch dice: «Dejemos de discutir sobre la existencia de los demonios y preocupémonos por lo que ellos hacen realmente.» ¿Quiénes son esos demonios? ¿Qué hacen en la tierra? ¿Cuál debería ser nuestra respuesta? Lee Marcos 3:1-12.
Los demonios que Jesús encontró eran espíritus malignos que ocupan otro mundo que está más allá del mundo en que vivimos. Sin embargo, causan un impacto en nuestro mundo de maneras poderosas y destructivas.
¿Qué hacen estos espíritus malignos? Se oponen a Dios y a su plan. Están comprometidos a hacer el mal. Su oposición se manifiesta promoviendo la religión falsa (1 Corintios 10:14-19). Procuran detener el propósito específico de Dios para tu vida y la de tu familia. Esto lo hacen involucrándose en la vida de las personas. Los demonios ciegan a la gente a la verdad del evangelio (2 Corintios 4:4). Oprimen a la gente (2 Corintios 12:7). Pueden poseer a las personas que no han comprometido su vida con Cristo (Marcos 5:1-15).
Los demonios son potentes, pero no son todopoderosos. Podemos descansar en el hecho de que los demonios deben someterse al poder de Jesús.
Entonces, ¿cuál debe ser nuestra respuesta a la realidad de los demonios y del mundo demoníaco? Según Efesios 6:10-18 necesitamos usar el poder de Dios en nuestra vida para luchar contra ellos. Necesitamos vivir en un poder mayor que el nuestro. Debemos estar bajo la protección de Dios poniéndonos toda Su armadura. Esta armadura nos protege de las maquinaciones y los engaños más potentes de Satanás.
Debemos resistir a estos demonios por medio de la oración fervorosa. La oración nos mantiene dependientes de Dios y no de nuestro propio poder e inteligencia. Los demonios más fuertes tiemblan ante los cristianos más débiles si éstos se hallan de rodillas. —MW