Apesar de todo lo que yo apreciaba a mi entrenador de baloncesto en la universidad, sé que hay una cosa en la que no estábamos de acuerdo. A él no le gustaba mi imitación de Pete Maravich, un jugador con gran habilidad para exhibir sus dotes y el más grandioso anotador en la historia del baloncesto masculino de la Asociación Nacional Atlética Universitaria (NCAA en inglés).
Mi entrenador era un poco chapado a la antigua, y le gustaban que las cosas se hicieran por el libro. Por mi parte, yo era miembro fundador del club «hagamos este juego lo más divertido que podamos haciendo alarde». Por eso pasaba tanto tiempo practicando las movidas sofisticadas de Pete «Pistola».

Sé que mi entrenador no estaba muy contento una vez que durante un juego, hice un pase entre las piernas y detrás de la espalda mientras me separaba de los otros jugadores. Corriendo a toda velocidad por la cancha, reboté la pelota entre mis piernas de mi mano derecha a la izquierda, luego abracé la pelota con la mano izquierda, y la cambié por detrás de mi espalda para dársela al jugador que venía por la cancha en el lado derecho. Fue algo verdaderamente hermoso.

Cuando me senté en el banco poco después para contemplar mi amor por los pases sofisticados, me dí cuenta de que mi entrenador no estaba contento. Para él, mi imitación de «Pistola» era imitación del mal. Él pensaba que toda esa sofisticación era una pérdida de tiempo y energía. Él hubiera preferido que yo imitara algo bueno, como por ejemplo, el pase de pecho con las dos manos.

En la vida real, la imitación del mal es algo mucho más grave. Cuando optamos por seguir la guía de alguien que nos está influenciando para hacer algo malo desobedecemos a Dios. En la misma mitad del versículo 11 de 3 Juan dice: «El que hace lo bueno es de Dios.» Ésta es una bondad que fluye de Jesús y sus atributos.

No es fácil hoy día saber a quién seguir. Sin embargo, una serie de preguntas puede guiar nuestras decisiones acerca de a quién imitar: ¿Hace lo bueno? ¿Toma decisiones piadosas?
¿Defiende lo correcto? ¿Le importa lo que Dios piensa? Si tus respuestas a esas preguntas son sí, sí, sí y sí, entonces esa persona es alguien a quien puedes seguir.

Piensa en tus influencias: medios de comunicación, amigos, música, incluso los deportes ¿A quién imitas: lo bueno o lo malo?
—JDB