El acto preferido de Harry Houdini era que lo amarraran, lo encerraran en un cofre de hierro, lo tiraran al agua desde un bote, y escapar para contarlo. Se escapó de una camisa de fuerza mientras pendía de un rascacielos. Se escapó después de haber sido enterrado bajo dos metros de tierra. Le hizo trampas a la muerte durante años. A su público, Houdini debe haberle parecido invencible. Tal vez Houdini pensaba que lo era. Nadie hubiera imaginado jamás lo que finalmente lo vencería.

Después de una charla en Montreal, Houdini se encontraba conversando con un grupo de estudiantes, y les decía que los músculos de su estómago eran tan fuertes que podían soportar cualquier golpe. Inesperadamente, uno de los estudiantes le pegó dos puñetazos en el abdomen. Houdini murió 12 días después como consecuencia de una apéndice rota.

El rey Salomón debe haber parecido invencible también. Nadie en Israel antes que él tuvo tantas cosas (Eclesiastés 2:4-9). Era el hombre más sabio y rico que había. Pero nada de eso podía suministrar un escape del golpe más potente de todos: la muerte (2 Crónicas 9:30-31).

La muerte es algo de lo que ninguno de nosotros se va a escapar… a menos que Jesús regrese en nuestro tiempo. (Hasta las personas de la época del Nuevo Testamento creían que vivirían para ver a Jesús regresar.) Entonces, ¿qué consejo recibimos del tipo más inteligente que ha vivido jamás? «Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo según tus fuerzas…» (Eclesiastés 9:10).

Eso significa: lo que creas que Jesús quiere que hagas hoy, ¡hazlo! No esperes. No retengas nada. No esperes el momento «perfecto». Y hazlo de todo corazón. Entrégalo todo. Siempre esfuérzate lo más que puedas.

Algunas personas saben que el fin se acerca, ya sea por una enfermedad o por ancianidad. Otras, nunca lo ven venir. No importa cómo o cuándo venga la muerte, lo que más va a importar son las decisiones que tomamos cuando se nos da la oportunidad.—TC