La película PayIt Forward[Devuelve el favor] trata del ingenioso plan de un niño de 7mo. curso para marcar una diferencia en el mundo. Motivado por el desafío de una maestra, Trevor invita a un hombre desamparado a dormir en su garaje. Su madre no sabe de este arreglo, hasta que una noche despierta y encuentra al desamparado trabajando en su camioneta.

Apunta al hombre con una pistola y le pide que explique qué hace. Él le muestra que ha conseguido reparar la camioneta, le habla de la amabilidad de Trevor, y dice: «Sólo estoy devolviendo el favor.» A medida que la película prosigue, «devolver el favor» cambia la vida de ricos, pobres, desamparados e incluso de un prisionero.

¡Qué concepto! Creo que eso es a lo que Jesús se refería en Juan 13. Antes de irse quiso mostrar a sus discípulos la plenitud de su amor. Así que se paró de la mesa, se quitó su manto, se amarró una toalla en la cintura, y comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Aquello fue impactante porque sólo los esclavos y los siervos hacían esas labores tan insignificantes. Lavar los pies de los discípulos fue un acto de humillación voluntaria y de servidumbre que reprendió el orgullo y el egoísmo.

Y lo que es más importante, era simbólico del sacrificio, el sufrimiento y la humillación de Jesús en la cruz. Él estaba haciendo algo grande, algo que nosotros somos incapaces de hacer por nosotros mismos. Su sencilla petición a sus discípulos, y a nosotros, es que «devolvamos el favor». Jesús dijo: «Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis» (Juan 13:14-15).

Piensa en la manera en que Jesús lo pagó todo y limpió tu vida por medio del acto máximo de servidumbre: su muerte en la cruz. Ahora quiere que devolvamos el favor sirviéndonos unos a otros, y a la gente que no conoce la plenitud de su amor.  —MW