Tú y tus amigos y familiares se encuentran reunidos en una cocina. En el aire se percibe el aroma de un pastel de chocolate recién horneado, y sobre la estufa hay una olla liberando vapor lista para la comida del domingo. Frente a ustedes hay un ataúd en el cual yace la matriarca de la familia colocada prominentemente en una réplica de su propia cocina.
En otra habitación de la funeraria está el ataúd de papá junto a un sillón reclinable con una TV y un control remoto. Si el ser querido que ha partido era un fanático de las películas, habrá palomitas de maíz con mantequilla. Si a la persona le gustaban las actividades al aire libre, puede haber una barbacoa (completa con hielo seco en el fondo para crear el efecto de humo cuando se levanta la tapa).
Lo que podríamos considerar de mal gusto es lo último en funerales y visitas funerarias personalizadas, tema de conversación de la reunión anual del año pasado de la Asociación Nacional de Directores de Funerales y Funerarios.
Los directores de funerales y fabricantes de ataúdes dicen que la personalización convierte a las visitaciones y los funerales en una celebración de la vida de la persona y de rituales atesorados, no sólo en aflicción.
Sin embargo, para los seguidores de Jesús, la verdadera celebración viene de saber que nuestro ser querido ha aceptado al Salvador y le ha servido. Lo que acumulamos aquí en la tierra no significa nada. Y lo que logramos aquí tampoco tiene ningún valor, a menos que sea hecho para Jesús y su reino.
Parte de la maldición a la humanidad después de la caída fue que moriríamos… volveríamos al polvo. Piénsalo. ¿Acaso usa el polvo alguna vez una cocina, una TV o una barbacoa sofisticada? Se puede posar sobre esas cosas, pero no las puede usar.
«No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6:19-21).
¿Cómo te gustaría que te recordaran: como un campeón mundial de cambiar canales de TV o como un devoto seguidor de Jesús? —PW