Samuel Rutherford fue un pastor y teólogo que vivió en el siglo XVII. Criado en una finca de Escocia, Rutheford demostró una sensibilidad y discernimiento espiritual desacostumbrados desde los primeros años de su vida. Puesto que tenía un intelecto muy agudo, llegó a ser profesor de literatura latina en la Universidad de Edimburgo.
Posteriormente fue ordenado y tuvo un ministerio fructífero hasta que fue sacado de su cargo y colocado en prisión en Aberdeen. ¿Su delito? Era culpable de lo que se llamaba «no conformismo», es decir, la no aceptación de las doctrinas y prácticas de la iglesia del estado. Samuel Rutheford era un hombre de fe guiado por la conciencia.
Durante su encarcelamiento, Rutherford escribió 65 «Cartas» que contenían tal profundidad de discernimiento espiritual que se consideran clásicos devocionales. A continuación un extracto comprimido que refleja su perspectiva de lo que era estar encarcelado por la fe: «Que la prisión sea mi palacio; ando con Dios en soledad. Si la contemplación en soledad me eleva al cielo, entonces me reconciliará con la soledad y la convertirá en mi paraíso en la tierra.»
¿Qué estaba sucediendo en esa celda de prisión que produjo tan perdurables palabras de esperanza? La respuesta se halla en la gracia de Dios. Para Rutheford, el gozo y la paz del Espíritu Santo eran más reales que la celda con barras que lo contenía.
Siglos antes, el apóstol Pablo escribió de un encarcelamiento similar por su fe. Esa carta también lleva en ella una perspectiva optimista de que Dios estaba obrando positivamente en el confinamiento del apóstol: «Y quiero que sepáis, hermanos, que las circunstancias en que me he visto, han redundado en el mayor progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones por la causa de Cristo se han hecho notorias en toda la guardia pretoriana y a todos los demás» (Filipenses 1:12-13).
A veces podemos sentir que nuestras circunstancias son como un «cepo». Nos sentimos atrapados. Pero cuando vemos a Dios en el panorama completo, podemos tener una perspectiva muy distinta de cómo está usando Él esas circunstancias en nuestra vidz. —DF