Un informe del 2008 de la Oficina de las Naciones Unidas para Drogas y Crímenes decía: «En cualquier momento dado hay más de 10 millones de personas encarceladas en todo el mundo». Como algunos presos son liberados mientras que otros reciben sentencias cada día, cada año hay un total de más de 30 millones de prisioneros en todo el mundo. Estadísticas como estas han hecho que muchas personas trabajen en pos de una reforma en el sistema de encarcelamiento y una reestructuración de las leyes para pronunciar sentencias.
Desde una perspectiva espiritual, la Biblia ofrece una estadística aún más asombrosa: «Mas la Escritura lo encerró todo [el mundo entero] bajo pecado» (Gálatas 3:22). En lo que algunas veces se considera un pasaje difícil de entender, Pablo dice que, aunque la ley del Antiguo Testamento no podía impartir vida (v.21), era un eficaz maestro a la hora de mostrarnos que necesitamos un Salvador que pudiera revivirnos (v.24). La mala noticia es que «la Escritura lo encerró todo bajo pecado», y la buena noticia es «que la promesa que es por la fe en Jesucristo [es] dada a los creyentes» (v.22).
Cuando le entregamos nuestra vida a Cristo, que ha cumplido con los requerimientos de la ley, ya no somos prisioneros del pecado. En vez de ello, entramos en una comunión de personas de toda nacionalidad y condición social.
En Cristo, ¡somos verdaderamente libres!