Estaba conduciendo por el campo cuando divisé una iglesia cuyo nombre me sorprendió. Decía, «La Iglesia de Galacia». El nombre captó mi atención porque estaba seguro de que nadie elegiría llamar a una iglesia así, a menos que fuera por alguna necesidad geográfica.
Un estudio del libro bíblico de Gálatas revela que esta fue la carta más encendida de Pablo, en la que criticó a las personas de ser legalistas, de darle crédito al esfuerzo por obras para la salvación y de cambiar la gracia por un evangelio diferente. Galacia no era exactamente el tipo de iglesia que uno vería como un ejemplo a seguir.
Esto es cierto porque los gálatas estaban tratando de agradar a Dios por medio de sus propios esfuerzos más que por la dependencia de Él. La acusación de Pablo contra ellos fue: «¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?» (3:3).
Así como no podemos lograr una relación con Dios por nuestras obras, tampoco podemos desarrollarnos espiritualmente por nuestra propia fuerza. El recordatorio de Pablo a los gálatas (y a nosotros) es: La dependencia de Dios por medio de la obra del Espíritu en nuestras vidas es el meollo de nuestro caminar con Cristo.
Si pensamos que podemos llegar a ser como Jesús por nuestro propio esfuerzo, al igual que los gálatas, estamos engañándonos.