Un día, poco después del culto recordatorio de nuestra hija Melissa de 17 años, celebrado el pasado junio, me encontraba hojeando la lista de personas que firmó el libro de visitantes en el entierro de Melissa. Mientras echaba un vistazo a lalarga lista, cada nuevo nombre me alentaba. Pero uno en particular se destacó en la página como ningún otro: Floyd Wilson.
Yo no asistía a la misma iglesia que Floyd, ni trabajaba con él. Floyd no es mi vecino, ni mi médico, ni profesor de ninguno de mis hijos. Es un tipo con quien juego baloncesto durante la hora de almuerzo sólo dos veces por semana. Jugamos durante una hora o algo así. Antiguo jugador de baloncesto de la Primera División, se junta con los jugadores que ya hemos pasado de cierta edad para hacer ejercicio y de vez en cuando mirar atrás a los días cuando sí jugábamos de verdad. Un gran jugador a quien le encanta el baloncesto.
Se enteró del accidente de Melissa y sacó tiempo de su día como ejecutivo de una cadena de supermercados para honrarla con su presencia. Unos meses después, cuando volví a sentir deseos de jugar, le di las gracias. Me contestó que era lo menos que podía hacer. Luego, con verdadera compasión, me dijo que su familia todavía oraba por la nuestra.
No puedo ni explicar lo consolador que fue eso para mí. Cientos de personas nos han expresado su amor y han hecho muchas cosas amables por nosotros desde el accidente de Melissa. Pero por alguna razón, las amorosas condolencias y la promesa de oración de este gran tipo me conmovieron profundamente. Todo lo que él conoce de mí es mi lanzamiento con salto. Sin embargo, le importo.
Floyd es un gran ejemplo de lo que deberíamos ser todos los seguidores de Cristo. Debemos hacer algo cuando otras personas tienen una necesidad. Una palabra amable, una llamada, una visita, un mensaje electrónico. Sea lo que fuere, tenemos que aprovechar toda oportunidad de demostrar nuestro interés. Es lo que hicieron los filipenses para levantar el ánimo de Pablo, y puede ayudar a otros hoy.
No todos podemos ser buenos jugadores como Floyd, pero todos podemos tener un gran corazón hacia los demás. En el nombre del Salvador, haz algo especial por alguien hoy. —JDB