En una presentación a un subcomité del Congreso, un general de la Fuerza Aérea estadounidense dijo que un asteroide podría desencadenar una guerra nuclear. Al menos 30 veces  al año, dijo el general, una roca espacial entra en nuestra atmósfera y explota, liberando una energía igual a la de una bomba atómica. Los Estados Unidos tienen instrumentos de satélites que rápidamente determinan si la explosión fue un arma nuclear o un asteroide. Pero otras naciones, que también tienen capacidades nucleares, no poseen esos instrumentos. Durante una época de elevadas tensiones con fuerzas militares alertas, una explosión natural podría empezar una guerra, y todo por causa de una reacción rápida a una mala percepción.

Las naciones no son las únicas que tienen malos entendidos y se vengan. Muchas amistades y familias han sido hundidas en el conflicto cuando alguien devolvió el golpe debido a un ataque imaginado. Un chiste, un comentario o una mirada pueden parecer un ataque deliberado sobre nosotros. Cuando más vulnerables somos a este tipo de juicio equivocado es cuando estamos tensos o muy nerviosos.

El libro de Santiago fue escrito a cristianos que habían sido desplazados de sus casas por causa de la persecución. Después de alentarlos a perseverar bajo las pruebas que les llegaron para probar su fe, Santiago ofreció esta advertencia: «Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Santiago 1:19-20).

Cuando somos prestos a escuchar tratamos de oír lo que los demás dicen en realidad, no lo que pensamos que quieren decir. El ser tardos para hablar da tiempo para procesar las palabras sin concluir de inmediato: «Esa persona dijo eso sólo para herirme.» El ser tardos para airarse permite un intervalo más para aliviar una situación tensa.

Cuando estés cansado, bajo presión y emocionalmente vulnerable, pídele a Dios la fortaleza y sabiduría para evitar atacar a los demás. «Uno pronto más dos tardos» pueden impedir la clase de conflicto en el cual nadie gana.  —DCM