En el fabuloso relato de Daniel 3 se habla de Sadrac, Mesac y abed-nego, tres héroes espirituales que estaban dispuestos a honrar y obedecer a Dios ya fuera que Él los rescatara o no. Cuando los cristianos hablamos de esta historia, por lo general nos centramos en la milagrosa liberación. Pero los tres colegas de Daniel no tenían ni idea de lo que sucedería si se negaban a adorar la imagen de oro levantada por Nabucodonosor. Estos tres hombres le dijeron: «Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado» (Daniel 3:17-18).
¿Creían ellos que Dios los podía librar? Sí. ¿Estaban seguros de que los salvaría de la muerte en el horno de fuego? No. Habían decidido obedecerlo independientemente del resultado: «Incluso si no nos rescata ni nos libra.»
¿Tengo yo ese espíritu de obediencia, o quiero que Dios garantice mi seguridad y prosperidad si le soy fiel? Sadrac, Mesac y Abed-nego se colocaron en las manos de Dios y le dejaron a Él el resultado. Ese es el tipo de coraje espiritual que nos inspira a permanecer fieles a Jesús, nos rescate o no. —DCM