El gran circo había venido a la ciudad. Nosotros estábamo sentados en la parte de arriba de las graderías. Casi al final de la noche, las luces se atenuaron y un solo foco de luz brillaba sobre el trapecista que se encontraba de pie solo en la altaplataforma.

Se escuchó un rumor entre la multitud. Esperamos en tenso silencio que él diera el salto a la nada. Entonces un penetrante lamento emanó de la persona que estaba sentada justo a mi izquierda.
«¡No lo haaaaaaaagas!»
¿Alguna vez has escuchado una voz así? No, no me refiero a la voz de mi alocada amiga Susie, sino a una voz interna que es tan clara que no la puedes confundir. «¡NO LO HAGAS!»
Si eres seguidor de Cristo, «el Espíritu de Dios habita en [ti]»(1 Corintios 3:16). El Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad, te convence de pecado y te muestra que necesitas a esús. Después que confías en Cristo como Salvador, el Espíritu Santo sigue recordándote el pecado no confesado que hay en tu vida. Y es su voz la que escuchas cuando te sientes tentado a pecar: «¡No lo hagas!»

Cuando el Espíritu Santo nos habla, la mayoría de las veces escuchamos su voz en la forma de un pensamiento callado o una fuerte impresión en nuestro espíritu. Siempre habla de conformidad con la Biblia y siempre glorifica a Jesús. El Señor dijo: «Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir» (Juan 16:13). Y Él nos dará poder para testificar a otros de Jesús (Hechos 1:8).

Jesús llamó al Espíritu Santo «el Consolador» a quien el Padre enviaría en el nombre de Jesús. Dijo que el Espíritu nos enseñaría todas las cosas, y que nos recordaría todo lo que Jesús nos enseñó (Juan 14:26).

Escucha esa voz callada y firme del Espíritu Santo. Responde en obediencia cuando diga: «¡No lo hagas!» Nadie más sabe cuando estás escuchando, pero Su poder será evidente en tu vida.  —CK