Digamos que va a salir una película nueva y tú quieres saber si estaría bien verla. Así que visitas una página de Internet que proporciona información específica y miras la clasificación. Deseas filtrar la película para saber si tiene inmoralidad sexual, palabras obscenas o violencia. A veces podrías descubrir que una película no tiene nada de eso. Pero cuando la ves te das cuenta de que has tomado la decisión equivocada porque no fue útil para tu vida (1 Corintios 6:12).
¿Alguna vez has pensado en explorar de qué se trata la película en realidad? ¿No sólo la trama, sino también la cosmovisión que representa? A veces el problema de una película es sutil, esto es, no contiene nada de verdad. Algunas películas, aunque son «limpias», presentan una perspectiva de la vida que es totalmente impía o completamente amoral. Los personajes y el tema demuestran que la vida se puede vivir sin ninguna consideración a Dios, la piedad o los principios bíblicos.
Aunque puede parecer que no hay «nada malo» en ese tipo de entretenimiento, hay peligro. Cuando nos sumergimos en ese mundo, sobre todo repetidamente, podemos dejarnos influenciar para pensar que Dios y sus normas después de todo no son tan importantes.
En el Salmo 73 obtenemos un retrato de esto cuando Asaf dice que vio a los impíos «siempre desahogados, han aumentado sus riquezas» (v.12). Sin embargo, sólo unos cuantos versículos desspués, ve el final de su existencia. «Ciertamente tú los pones en lugares resbaladizos; los arrojas a la destrucción» (v.18). La vida fácil del impío no dura.
Cuidado de no dejarte influenciar por la impiedad. Ese es un callejón sin salida y no debemos viajar por él. La próxima vez que estés buscando entretenimiento, no te limites a fijarte en la clasificación. Busca la verdad de Dios y los principios de piedad. Sin ellos, es evidente que hay algo malo. —JDB