Los nombres son importantes, ¿verdad? Nos dicen mucho sobre una persona. Esto es así especialmente en la cultura china. Por lo general un nombre tiene tres partes. Cada parte es una palabra en sí misma y tiene el significado de un rasgo del carácter, como a lealtad o la belleza. Además, el nombre nos dice de qué forma se relaciona la persona con otro miembro en el árbol genealógico. El primer nombre es el nombre de familia. Distingue a una familia de otra. El segundo nombre es el nombre de la generación. Distingue a una generación de la siguiente. El último nombre es el nombre de pila. Distingue a la persona de todos los demás en la casa. La asociación de una persona está toda incluida en su nombre.
En Génesis 25 leemos acerca de por qué Esaú fue llamado Edom. Tenía hambre y pidió comida a su hermano. Jacob le dio un poco de un guisado rojo a cambio de su primogenitura. Desde ese día en adelante le pusieron otro nombre, Edom (que literalmente significa rojo). ¿Quién iba a pensar que tomar un poco de guisado rojo sería un momento tan definitorio en la vida de una persona? Yo conozco asiáticos que han adoptado nombres como Pedro o Juan el día de su conversión o bautismo, pero no conozco a nadie que se llame «Pollo agridulce» después de hacer una comida.
Detrás de este suceso hay una verdad importante. No se trataba solamente de la forma en que se formaron los nombres. Moisés, el autor del Génesis, nos dejó una clave en el versículo 34. Dice: «Así menospreció [hizo caso omiso] Esaú la primogenitura.». Cuando omó el guisado aquel día, Esaú decidió que el alimento físico que tenía en frente era más importante que todo lo que había detrás de la rica herencia espiritual que le prometió Jehová-Dios por ser el hijo mayor. Así era el carácter de Esaú. Él valoraba sus necesidades ísicas mucho más de lo que Dios consideraba importante. Esta característica impía estaba implícita en Edom, su nuevo nombre.
¿Y tu carácter? ¿Qué cualidades podrían asociarse con tu nombre?—Lim Chien Chong