Mi periódico local informó que Natán Williams, de 18 años de edad, robó en una tienda de provisiones. Él le dijo al juez: «Todavía no sé por qué lo hice.» Rie Fujii, de 24, se declaró culpable de abandonar a sus hijos mientras iba a una fiesta. «No sé por qué» —dijo. Y el farmacéutico Robert Courtney se declaró culpable de diluir recetas contra el cáncer de sus clientes. Dijo: «Me pregunto una y otra vez:“¿Por qué?”»

¿Por qué? Nosotros sabemos por qué. Es ese problema con el pecado. Los humanos son criaturas pecadoras. «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino» (Isaías 53:6).

Pero eso es sólo para los no cristianos, ¿verdad? Después de todo, se supone que seamos nuevas criaturas en Cristo. Después que con fiemos en Jesús, nuestro problema con el pecado disminuirá y a la larga desaparecerá.

Piénsalo bien. En Romanos 7, Pablo compartió su batalla continua con el pecado. Dijo: «Lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso hago» (v.15).

¿Te suena familiar? ¿Existe alguna cosa en tu vida que sepas es pecado, pero sigues luchando con ello?
¡Esas son buenas nuevas! Tu lucha es evidencia de una verda dera vida espiritual! La prueba de que eres un seguidor de Jesús no se determina por una profesión de fe de una sola vez. Si eres unverdadero seguidor de Cristo, aborreces el pecado y amas lo correcto… aunque a veces cedas a la tentación.

Pablo siguió diciendo: «Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí» (v.17). Aquello no era rendición. Es la verdadera y constante batalla que enfrentan los cristianos.
Aunque Dios nos ha perdonado, seguimos viviendo en un mundo caído. La apelación de Pablo era: «¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?» (v.24). Él contesta su propia pregunta triunfalmente en el versículo 25: «Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.»

Entonces, ¿tenemos excusa para seguir pecando? «¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (v.2). Confiesa todo pecado que el Espíritu Santo traiga a tu mente hoy. Pídele a Dios que te ayude a vivir una vida justa. Por su gracia lo puedes hacer.  —CK