¿Te sorprende que los problemas sean parte de la vida? Tal vez no. Todo los conocemos de cerca y en forma personal: mala salud, cuenta bancaria en cero, amor malogrado, angustia, pérdida del trabajo… y la lista continúa.
Por lo tanto, no debería sorprendernos que Dios permita que se sumen las pruebas de la burla y el odio porque seguimos a Cristo (1 Pedro 4:12). No obstante, los problemas, sean comunes a todos los hombres o exclusivos para los creyentes, pueden revelarnos la esencia moral de nuestra alma.
Nunca vi un campo de golf sin obstáculos, ya que son parte del juego. Los golfistas dicen que los campos que tienen más dificultades son los más desafiantes; por eso, recorren largas distancias para probar su habilidad frente a los 18 hoyos más complicados.
Oliver Wendell Holmes dijo: «Si tuviera la fórmula para evitar los problemas, no los esquivaría. No le estaría haciendo ningún favor a nadie. Los problemas crean la capacidad para manejarlos […]. Recíbelos como si fueran amigos, porque aprenderás muchas cosas de esa relación y será mejor que te lleves bien con ellos».
No nos extrañemos cuando surjan problemas, porque Dios está usándolos para probar la resistencia de nuestra alma. La mejor manera de manejarlos es encomendar nuestras almas al fiel Creador y hacer el bien (1 Pedro 4:19).