En 1997, Kevin Baugh, de 15 años, y un jovencito amigo decidieron crear su propio país, sólo para divertirse. La República de Molossia comenzó cuando ellos dibujaron un mapa, crearon papel moneda e hicieron una bandera. Actualmente, el Sr. Baugh continúa con su micro-nación tal como comenzó: sólo para divertirse. Cuando Colleen Mastony, reportera del periódico Chicago Tribune, recorrió el reino de poco más de 5.260 m2, en el desierto de Nevada, Baugh le aseguró que continuaba pagando impuestos al gobierno, a los cuales denominaba «ayuda exterior».
«Es siempre en broma», admite Baugh. «Lo hago por el simple placer y deleite de tener mi propio país».
Pocas personas crearán su propia nación, pero todos tenemos un reino del corazón sobre el cual decidiremos quién gobernará. El apóstol Pedro escribió: «Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones» (1 Pedro 3:15). «Santificar» significa colocar a Dios aparte para que sea el Señor o Gobernante de nuestra vida.
En el interior de cada uno de nosotros hay algo que anhela controlar nuestras vidas. Quizá sea tan sólo un pequeño rincón donde declaramos nuestra independencia espiritual y sólo nos rendimos cuentas a nosotros mismos.
Sin embargo, la libertad verdadera llega cuando permitimos que Cristo gobierne nuestros corazones.