Edwin van der Sar, arquero del equipo de fútbol Manchester United, tenía un par de manos «seguras». Durante una temporada, tuvo el récord mundial del arco menos vencido: ¡1.302 minutos sin que le metieran un gol! Esto significa que, durante casi 15 encuentros de 90 minutos cada uno, mientras él cuidaba los postes y el travesaño, nadie pudo anotar ni siquiera un gol contra ese equipo. Pero, en marzo de 2009, el récord se acabó cuando un equipo adversario anotó un gol.

El salmista David hallaba consuelo en el par de manos más seguro que existe: las de Dios. En el Salmo 138, hablando de la protección del Señor, escribió: «… extenderás tu mano, y me salvará tu diestra» (v. 7). Tal como David, nosotros también podemos acudir a las manos seguras de Dios para protegernos del peligro y de la derrota espiritual.

Otra seguridad que la Palabra de Dios brinda para los seguidores de Cristo se encuentra en Judas 1:24-25: «Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén». Esto no significa que nunca tropezaremos, sino que nunca lo haremos de tal manera que el Señor no nos pueda levantar.

El par de manos seguras de Dios no falla… ¡jamás!