Robert Lowry creía que su mayor contribución a la vida era predicar. Sin embargo, a este pastor del siglo xix se lo recuerda más por su música y sus himnos del evangelio. Lowry compuso la letra o la música de más de 500 canciones, entre las cuales están: «Crucificado fue mi Salvador», «Señor, que tú me ayudes» y «Ve cristiano y predica».
En 1860, cuando los Estados Unidos tambaleaban al borde la guerra civil, Lowry escribió estas perdurables palabras que no se centran en las amenazadoras circunstancias, sino en el Cristo inmutable:
Aunque mi gozo y mi consuelo mueran, Aunque la oscuridad sea lo que me rodea, ¡El Señor, mi Salvador, vive! Ninguna tormenta puede alterar mi profunda calma,
A su cuidado me voy a aferrar.
Cristo es Señor del cielo y de la tierra,
¿Cómo podría dejar de cantar? [Trad. lit.]
La confianza en Dios que tenía Lowry durante los momentos difíciles hace eco de las palabras del salmista: «No confíes en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. […] Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios» (Salmo 146:3-5).
Reaccionar con fe o con temor ante las circunstancias de la vida dependerá de lo que llene nuestra mente. Si sabes que «reinará Jehová para siempre» (v. 10), ¿cómo podrías dejar de cantar?