Mientras recorría una tienda de materiales para el hogar, vi a un hombre con una camiseta color rojo estridente y este melancólico mensaje impreso: «Confianza: Lo que sientes justo antes de entender una situación».
Me reí ante este gracioso concepto, pero también me di cuenta de que la camiseta transmitía una advertencia sensata y sólida. Es un recordatorio para todos los que tratamos de hacer las cosas confiando en nuestra propia capacidad o mérito, pero sin depender seriamente de la fortaleza de Dios. Si pensamos que podemos concretar las tareas de la vida con nuestra propia fuerza, esta falsa confianza inevitablemente se convertirá en nuestra ruina, y nos derrumbaremos bajo el peso del fracaso personal.
Pablo les escribió a los corintios sobre este tema recordándoles sobre la tendencia del antiguo Israel a ser autosuficiente y confiar en sí mismo. Describió todo lo que los israelitas pensaban que habían logrado solos, y luego les dijo que habían convertido esos beneficios en un permiso para pecar y en una confianza casi arrogante que los arruinaría.
Pablo señaló que la autoconfianza de esa gente debía ser una advertencia para nosotros. ¿Cuál fue su conclusión? «El que piensa estar firme mire que no caiga» (1 Corintios 10:12). El Salmo 118:8 nos muestra cuál es el mejor camino: «Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre» o en nosotros mismos. ¿En qué confías?