Mientras almorzaba sentado en mi auto bajo la sombra de un árbol, me preocupaban algunas cosas. En ese momento, un petirrojo, con un suculento gusano colgando de la boca, aterrizó cerca de la puerta del coche y me miró. Ese pájaro me hizo recordar vívidamente las palabras de Jesús en Mateo 6:25-26: «No se preocupen por su vida […]. Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?» (NVI).
Hace años, en un artículo de la revista Focal Point, del Seminario Denver, Paul Borden sugirió algunas cosas útiles sobre el tema de las preocupaciones y las angustias:
Elabora una lista de preocupaciones. Escribe las cosas que te preocupan: las cuentas a pagar, tu trabajo, tus hijos o nietos, tu salud, el futuro.
Convierte tu lista de preocupaciones en una lista de oración. Pídele al Señor que obre en esas situaciones que te preocupan. Ora en especial por tus necesidades y depende de Él.
Convierte tu lista de oración en una lista de actividades. Si percibes que hay algo que puedes hacer en cuanto a lo que te preocupa, hazlo. Al convertir nuestras preocupaciones en oración y actividad, Borden dice: «La ansiedad paralizante puede ser reemplazada por un interés en las responsabilidades de la vida».
¿Por qué no comienzas a elaborar tu lista ahora mismo?