Cuando el estado de Tejas ejecutó a la asesina confesa Karla Faye Tucker, algunas personas dijeron que se había hecho justicia. Otros dijeron que Tejas no tuvo misericordia, especialmente a la luz de la conversión a Cristo de la señorita Tucker y de su vibrante fe en Él.
Más que avivar el fuego del debate sobre la pena capital, este caso ilustró la tensión que enfrentamos cada día al luchar con asuntos importantes y muy emotivos.
Las cuestiones que no tienen una respuesta fácil nos llegan en el aula de clases, en conversaciones y en la vida real. Temas como el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido por un médico y el SIDA a menudo encabezan la lista de los temas que polarizan a los amigos y convierten las discusiones informales en contiendas donde se grita mucho. ¿Cómo podemos enfrentar estas complejas cuestiones honestamente con convicción y compasión?
Las palabras de Miqueas 6:8 ofrecen una clave: «Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios.»
Amar justicia tiene que ver con nuestra conducta y con el trato que damos a los demás. Nuestra prioridad debería ser dar justicia en lugar de buscarla para nosotros mismos.
Amar misericordia nunca nos permite regocijarnos por el castigo infligido a otra persona, ni siquiera cuando ésta lo merezca.
La justicia y la misericordia parecen ser compañeros improbables, imposible de unirse en una coexistencia pacífica. Y tal vez lo sean, si reúnen el tercer requisito: humillarte ante tu Dios. Como seguidores de Jesucristo podemos reconocer la tensión que producen las cuestiones difíciles sin tener que proclamar que las comprendemos cabalmente. Nos apoyamos en las Escrituras, claro, pero no podemos asumir la posición superior de conocer todas las respuestas.
No hay una imagen más asombrosa de justicia y misericordia que la vida de Jesús y su muerte en la cruz. Al seguirlo, debemos sostener la tensión de las cuestiones difíciles en una mano, agarrarnos al Señor con la otra mano, y humillarnos ante Él. —DE
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué acontecimientos de la vida de Jesús me vienen a la mente cuando pienso en su justicia y su misericordia combinadas? (Busca Juan 8:1-11 para empezar.)
■ ¿Por qué es incómodo vivir con la tensión de las cuestiones difíciles para las cuales no hay respuestas fáciles?
■ ¿En qué situación actual necesito la sabiduría de Dios para poder mostrar convicción y compasión?