Iba conduciendo a la casa cuando salí de la oficina y sucedió otra vez. El conductor de un auto deportivo rojo obviamente llevaba mucha prisa. Vi el auto por primera vez en el espejo retrovisor zigzagueando en medio del tráfico. Me pasó por el lado como un rayo, cruzó por delante de mí violentamente, le pasó a dos autos que había a la derecha, volvió rápidamente al carril izquierdo, le pasó a dos camiones volando, e hizo otro corte brusco hacia la derecha antes
de desaparecer de mi vista.
Sentí el impulso de perseguir el auto, obligarlo a hacerse a un lado, y gritarle al estúpido conductor. Hasta ensayé cómo iba a empezar la conversación: «¡Tú, idiota…!»
Tal vez se te haya acercado mucho a tu auto por detrás una de esas personas que siempre llevan mucha prisa. Quizás un compañero de trabajo siempre va a tu lugar de trabajo estallando de cólera para exigir un servicio instantáneo. O la persona que está detrás de ti en la fila en la oficina de pagos hace un comentario sarcástico mientras tú estás tratando de resolver una discrepancia en tu factura. ¿Cómo podemos lidiar con situaciones como esas?
Los expertos nos aconsejan «volvernos filosóficos». Repetir refranes conocidos como: «Con lentitud y persistencia se gana la carrera» o «Roma no se hizo en un día» nos puede ayudar a mantener la perspectiva correcta. También nos pueden ayudar refranes como: «No hay mal
que dure cien años» o «Al mal tiempo buena cara».
Pero los seguidores de Cristo tienen una opción aún mejor. En lugar de volvernos filosóficos, nos podemos «volver proverbiales». El libro de Proverbios del Antiguo Testamento está lleno de afirmaciones sabias para ayudarnos a lidiar con la ira, la impaciencia o las personas exigentes. Además del versículo de hoy encontré los siguientes:
La respuesta suave aplaca la ira, pero la palabra áspera hace subir el furor (Proverbios 15:1).
… no te acompañes del irascible (22:24).
El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el sabio, al fin, la apacigua (29:11).
… el que provoca la ira causa contienda (30:33).
Cuando te encuentres con personas impacientes, absortas en sí mismas y airadas, no tienes que perder la calma. Invoca al Espíritu Santo para que te ayude a «ponerte proverbial». —DE
R E F L E X I Ó N
■ ¿Me intimidan las personas agresivas? ¿Me incomodo? ¿O soy yo el que tiende a ser agresivo?
■ ¿Cómo me puede ayudar leer el libro de Proverbios?