Echa un vistazo, si eres tan amable, a algunos extractos de cartas de amigos misioneros.
Desde África: «Usamos los palitos de fósforo una y otra vez hasta que no queda nada. Los vasos para tomar agua tienen nuestros nombres escritos y les damos la vuelta y los usamos y reusamos para ahorrar el agua para lavarlos. La pobreza está por doquier.»
Desde Portugal: «¡Docas oró para recibir a Cristo! Es un gozo para mí reunirme con él para almorzar todas las semanas en su lugar de trabajo.»
Desde Asia: «Estamos viviendo en una casa temporalmente, aprendiendo a qué bazares ir a comprar, ajustándonos al transporte público, extrañando a la familia, los amigos y las cosas que nos son familiares. Todo esto sin conocer bien el idioma ni la cultura.»
Desde Portugal: «Una noche, antes de un estudio bíblico particularmente difícil que iba a hacer con una muchacha que no es salva, estaba muy nerviosa. Me estaba siendo difícil entender el pasaje, ¡y tenía mucho miedo! Las dudas me asaltaban, la incomodidad aumentaba, y me venía este pensamiento a la cabeza una y otra vez: Después de todo, ¿qué estás haciendo aquí como misionera? Mis compañeras de cuarto oraron de rodillas conmigo durante varias horas, suplicando protección y fortaleza.»
Desde Bangladesh: «¡Tenemos informes de villas enteras que están abandonando su antigua manera de vivir para seguir a Cristo!»
Desde que se envió el primer misionero ha sido así. La vida misionera es una mezcla de problemas, triunfo, dificultad y dependencia de Dios. Pablo y Bernabé dieron ese ejemplo cuando fueron a Iconio, a Listra y a Derbe. A veces recibían alabanza y las cosas parecían favorecerles. Otras veces tenían que luchar con la crítica, incluso hasta el punto de que los amenazaran con apedrearlos.
No hay garantías para los que Dios llama a ser misioneros. No hay seguridad de grandes resultados. No hay promesa de facilidades ni comodidades.
Pero están las promesas bíblicas de la presencia, la guía, el amor y el cuidado de Dios. Es una carrera desafiante a considerar. ¿Estás abierto a ella? —DB
R E F L E X I Ó N
■ ¿He pensado alguna vez que Dios podría estar pidiéndome que sea misionero en el extranjero? ¿Cómo cambiaría eso la planificación de mi futuro?
■ ¿Qué características, cualidades o habilidades tengo que se podrían usar en el extranjero? ¿Estoy dispuesto a dárselas a Dios completamente?
■ ¿En qué forma sería diferente mi vida si no fuera misionero?