Te bajas de la cama tambaleándote y te miras al espejo. ¡Madre mía! ¡Qué panorama! No querrías que nadie te viera en ese momento.
O, acabas de terminar un día frustrante de inesperados retrasos y rechazos y gente impaciente. Estás enojado con el mundo y lo último que deseas es una audiencia.
Bueno, pues tal vez tengas una cuando el teléfono suene. Así es. El teléfono con imagen, que lo introdujo por primera vez AT & T Bell Labs en la Feria Mundial de Nueva York de 1964, permite a la persona que llama ver tu rostro cuando contestas.
Probablemente no quieras que nadie te llame a las 6:15 de la mañana sólo para ver cómo luces. A mí no me gustaría. Pero el aparato promete mucho a las compañías que quieren ahorrar tiempo y dinero en viajes. Podrían llevar a cabo conferencias o negociar por teléfono, y la gente que participe tendría la ventaja de mirarse a la cara. Es obvio que el rostro es importante para mantener las
relaciones.
La Biblia también hace hincapié en la importancia del rostro. De hecho, el Señor se refirió a su rostro como una de las maneras de expresar su aprobación o desaprobación; como la expresión de tu papá cuando traías buenas notas… o cuando chocaste el auto. ¡Y no es de extrañar! El rostro refleja los pensamientos y los sentimientos.
Tenemos que vivir de tal manera que podamos mantener una relación con Dios cara a cara: sin acobardarnos cuando oremos porque tengamos algo que esconder; sin desviar la mirada porque hayamos pecado, sino con una conciencia limpia que nos permita mirar a Dios a los ojos.
Puede que no siempre queramos que nuestro rostro esté a la vista del público. Pero Dios siempre quiere que busquemos su rostro. Y cuando le obedecemos, su sonrisa de amor está ahí para que la disfrutemos. —MD
R E F L E X I Ó N
■ ¿Cómo respondo al deseo de Dios de tener una relación personal conmigo?
■ ¿Cuánto tiempo paso en realidad buscando el rostro de Dios en oración?
■ ¿Puedo mirar a Dios a los ojos ahora mismo? ¿Por qué?