En el antiguo Oregon Trail [Sendero de Oregon], en Idaho, hay un indicador: un montículo gigante de lava, conocido localmente como Register Rock [Roca de la inscripción]. Está ubicado en una zona considerada en el siglo xix por los inmigrantes que viajaban por ese sendero hacia el oeste como el sitio favorito para acampar durante la noche.
Los viajeros solían escribir sus nombres en la roca como un recordatorio de su paso por allí. Register Rock es un monumento al coraje y la tenacidad de esas personas.
Cuando pienso en esa roca, me vienen a la mente otros peregrinos que han pasado a nuestro lado durante su viaje. Hebreos 11 menciona a algunas de esas almas vigorosas: Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David y Samuel, por nombrar algunos.
Pero hay otros peregrinos más recientes: mi madre y mi padre; la Sra. Lincoln, mi maestra de escuela dominical de quinto grado; mi líder juvenil, John Richards; mis maestros Ray Stedman y Howard Hendricks; y podría mencionar muchísimos más. Es probable que estos no hayan escrito sus nombres en rocas, pero sí están grabados en mi memoria.
El autor de Hebreos nos insta a recordar a los «peregrinos» que anduvieron antes que nosotros, en especial, a aquellos que nos «hablaron la Palabra de Dios», y a considerar «cuál haya sido el resultado de su conducta» (Hebreos 13:7). Y lo más importante aún, nos alienta a imitar su fe.