Imagínate que eres un despachador de la policía y que oyes algo así (sonido de chisporroteo de radio): «Aquí el auto 57. Seguimos a un auto que corresponde a la descripción del robo de esta mañana en nuestra ciudad.»
… 30 segundos después… (sonido de chisporroteo de radio): «Aquí el auto 57. El sospechoso conduce erráticamente y a alta velocidad. Sigue por la carretera
89.»
… 23 segundos después… (sonidos de chasquido, chisporroteo y ruido seco de la radio): «Aquí el auto 57. Este… el sospechoso se ha metido en la Correccional La Victoria. ¡Caray! Sí que se va a sorprender (risita, risita). Es hora de ir al vestíbulo y esposarlo.»
Sí, hace un tiempo, un ladrón descubrió que hacer el giro equivocado después de haber violado la ley lo condujo justo a su futuro hogar: ¡con la ley! ¡Pensó que la cárcel era un mini centro comercial!
¿Alguna vez has huido de la ley? No, no me refiero a esa ley. Estoy hablando de la ley de Dios, de su norma eterna sobre lo bueno y lo malo.
Cumplir la ley no es la base de nuestra salvación en Cristo, porque somos salvos por gracia por medio de la fe. Pero ser obedientes a los mandamientos de Dios en la Biblia es resultado de nuestra relación con Él (Santiago 2:14-18).
Si te fijas bien en nuestra sociedad, te darás cuenta de que la mayoría de la gente está tratando de huir de la ley de Dios. Las revistas, las películas, la Internet y la música captan los pensamientos y las acciones de personas que optan por hacer su propia voluntad y no la de Dios.
He aquí unos cuantos resultados:
• Algunos, al optar por violar el mandamiento de Dios de mantenerse
sexualmente puros, contraen enfermedades venéreas y ven cómo se destruyen sus relaciones.
• Otros, al optar por violar el mandamiento de Dios de no robar, terminan detrás de las rejas. Al huir de la ley de Dios se encuentran de frente con los efectos de violar las leyes de su país.
Hay gran libertad en la ley de Dios. Él nos dio sus mandamientos eternos para
guardarnos de los efectos del pecado. Al optar por huir de la ley de Dios, en realidad huimos de Él. Y eso es como huir del paraíso a la cárcel. —TF
R E F L E X I Ó N
■ ¿De qué forma he estado huyendo de la ley de Dios?
■ ¿De qué forma es la verdadera libertad en la vida un resultado de procurar
cumplir los mandamientos de Dios? ¿Qué decisiones requiere?