Oswald Chambers en realidad escribió poco. La mayoría de sus artículos que aparecen compilados en En pos de lo supremo y sus otros libros fueron charlas a sus estudiantes. Su esposa, Biddy, los tomó en taquigrafía y los preparó para publicación después de su muerte. —DO

Cuando de tomar la iniciativa contra la monotonía se trata, tenemos que dar el primer paso como si no hubiera Dios. No tiene caso alguno querer que Dios nos
ayude porque no lo va a hacer. Pero una vez nos levantamos, descubrimos inmediatamente que Él está ahí. Siempre que Dios nos da su inspiración, … tomar la iniciativa se convierte en un asunto moral: un asunto de obediencia. Luego debemos actuar para ser obedientes y no seguir echados sin hacer nada. Si nos levantamos y resplandecemos, la monotonía será divinamente
transformada.
El trabajo monótono es una de las mejores pruebas para determinar la autenticidad de nuestro carácter. La monotonía es trabajo que está muy lejos de lo que consideramos ideal. Es un trabajo sumamente difícil, servil, agotador y sucio. Y cuando lo hacemos, se prueba nuestra espiritualidad instantáneamente y sabemos si somos genuinos espiritualmente o no.
Lee Juan 13. En este capítulo vemos al Dios encarnado practicando el mejor ejemplo de lo que es un trabajo monótono: lavar los pies de los pescadores. Luego les dice: «Pues si yo, el Señor y Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros» (v.14). Se necesita la inspiración de Dios si se quiere que el trabajo fatigoso brille con la luz de Dios. En algunos casos, la manera en que una persona realiza una
tarea hace que ese trabajo sea santificado y santo para siempre. Puede ser una tarea común de todos los días, pero después que la hemos visto hecha, se vuelve diferente. Cuando el Señor hace algo por medio de nosotros, siempre lo transforma. Nuestro Señor toma nuestra carne humana y la transforma, y hoy, los cuerpos de los creyentes han llegado a ser «templo del Espíritu Santo» (1 Corintios 6:19). —Chambers
R E F L E X I Ó N
■ ¿Cuántas veces olvido que Dios desea mi fidelidad tanto en las pequeñas cosas
como en las grandes?
■ La próxima vez que me canse de hacer las cosas aburridas que la vida requiere, trataré de acordarme de cuántas personas han quedado descalificadas para hacer cosas para Dios.