Yahora, unas palabras del director de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI): «Las películas son el factor que más contribuye hoy día al crimen y a la delincuencia juvenil.»
El autor del libro que citó al director del FBI siguió diciendo: «Esto es, por supuesto, por la sucesión constante de sexo sucio, brutalidad y violencia. Millones de jóvenes de nuestra generación aprenden de las películas que ven
cosas muy malas, maneras de violar la ley, sexo pervertido, asesinatos y divorcio. El cine se ha convertido en la universidad de Estados Unidos para adquirir una educación en la inmundicia y el crimen.»
Estas palabras de advertencia suenan contemporáneas, pero no lo son. Fueron escritas en 1962 en un libro viejo que desenterré de mi biblioteca. Para mí, la vida en aquel entonces significaba ser un muchacho despreocupado que
sólo quería jugar béisbol. Nunca se me ocurrió que estábamos amenazados por lo que sucedía en el cine de la esquina. La vida parecía ser inocente, e incluso las películas de las que oía hablar parecían ser inofensivas.
No obstante, esas observaciones hechas por una generación anterior deberían ponernos a pensar. Si existía la contaminación mental durante una época «inocente», ¿no deberíamos pensar seriamente en el efecto que tienen hoy en nosotros los medios visuales?
Si había una «sucesión constante» de cosas malas en aquel entonces, ¿cómo describiríamos la situación hoy? ¿Podría estar nuestra manera de pensar tan corrompida en 1999 que no reconozcamos el pecado que se representa en dichos medios?
Tal vez estos versículos nos ayuden a saber cómo mirar a los medios de
comunicación.
«Aparta mis ojos para que no se fijen en cosas vanas…» (Sal. 119:37).
«Pero procurad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los
débiles» (1 Corintios 8:9).
«No os engañéis: Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres» (1 Corintios 15:33).
«Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas…» (Efesios 5:11).
La generación actual de cine y televisión es todo menos pura. Asegúrate de no
corromperte con lo que ofrecen. —DB
R E F L E X I Ó N
■ Cuando pienso en lo que hay disponible en el cine y en la televisión, ¿me
preocupo por la manera en que me afecta espiritualmente, o sólo busco
entretenimiento?