Muchos de nosotros buscamos desesperadamente algo que absorba tanto nuestra atención que nos libere del dolor y los afanes de esta vida. Para algunos es coleccionar juguetes, discos compactos o autógrafos. Para otros es la
actividad: el ejercicio, el piano, los juegos en video o jugar baloncesto.
Tal vez conozcamos a un profesor para quien sea la investigación, o un tío para quien sea comprar acciones o trabajar día y noche.
La gente cree honestamente que si se puede involucrar profundamente en algo (¿has visto a esos locos fanáticos del baloncesto?), podrá llenar el vacío que hay en su alma.
No va a dar resultado. No puede dar resultado.
Lo que controla el cuerpo y la mente produce frustración a menos que también llene el vacío del alma. Más de una persona con un cuerpo y una mente activas
tiene dentro un alma que no encuentra el descanso, como una canica en un frasco de leche vacío.
El alma se satisface con lo espiritual. Dostoevsky lo expresó así: «Mientras el hombre permanezca libre, luchará incesante y dolorosamente para encontrar a
alguien a quien adorar.» Los creyentes en la Biblia saben que Aquel que satisface las necesidades más profundas del alma es Jesucristo. «Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:36).
No hay nada malo en disfrutar cosas como los deportes, a menos que sean una obsesión que estemos usando para tratar de llenar un vacío en nosotros. Ese vacío que hay en nuestra alma sólo lo puede llenar el Señor Jesucristo.
Él es un amo que nos sirve al tiempo que nosotros lo servimos a Él. —DE
R E F L E X I Ó N
■ Cuando quiero alejarme de todo, ¿qué hago? ¿Me enfrasco en un pasatiempo?
¿Voy de compras? ¿Bebo? ¿Uso drogas?
■ ¿Siento que quiero escapar? ¿Por qué?
■ Al meditar en Juan 8:31-38, ¿qué entiendo de la libertad que Cristo me ofrece?