Solía ir a cantar villancicos de Navidad a un hogar de ancianos cuando era más joven. Nunca me sentí muy cómoda haciendo eso y tampoco me siento cómoda ahora, pero las razones son diferentes. Cuando era más joven no me sentía cómoda porque tenía miedo a las personas mayores. Ahora no me siento cómoda porque la visita una vez al año me parece ficticia.
Los residentes del hogar de ancianos parecían emocionarse mucho al escucharnos cantar, junto con otros 10 grupos que probablemente también hacían su recorrido anual durante la temporada.
Pero eso me puso a pensar. ¿Y el resto del año? ¿Llenaba esa visita mi cuota anual de servicio al prójimo? Por supuesto que no. La Biblia nos dice en Romanos 12:11,13: «En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. Compartid las necesidades de los santos y practicad la hospitalidad.»
El cristianismo no se trata de ser amables con la gente una vez al año porque sea Navidad. Es una práctica constante de ayudar y servir a los demás. No, no siempre es fácil. No siempre es cómodo ni divertido. Pero es lo que Dios nos llama a hacer.
Probablemente lo más difícil respecto a servir a los demás sea lograr no ponernos a nosotros en primer lugar. Tal vez tengamos que honrar un compromiso especial cuando preferiríamos estar haciendo alguna otra cosa. Tal
vez tengamos que lidiar con personas o situaciones difíciles. Tal vez tengamos que (¡ay!) gastar un poco de dinero que preferiríamos usar en un disco compacto nuevo o en un par de zapatos.
Las niñas de la escuela dominical de la que soy maestra decidieron probar lo que es el servicio. Comenzamos a ir a una iglesia de un barrio marginal una vez al mes para ayudar a servir la comida del mediodía para la congregación. Yo me sentía tan insegura como ellas, pero cuando terminamos de servir y de limpiar esa primera semana, teníamos una ligera idea de lo que realmente significaba servir.
¿Qué estás haciendo para poner tu fe en acción? ¿Estás ocupando una posición en particular? Si la respuesta es no, considera primero los mandamientos de Dios de servir a los demás (tal vez quieras leer Santiago 2:14-18). Luego, busca la manera, aunque sea pequeña, de servir al prójimo. —AB
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué puedo hacer para ayudar a alguien hoy?
■ ¿Qué clase de compromiso a largo plazo puedo hacer para servir a otros?
■ ¿De quién puedo aprender más a tener una actitud de servicio?