La gente no parece tener ningún temor de Dios hoy día. Eso significa que probablemente no sería muy popular el que te pusieras de pie en tu clase de filosofía y anunciaras que temes a Dios. Probablemente te mirarían como a una persona rara y te preguntarían: «¿No le tienes miedo a Dios, verdad? Yo nunca creería en un Dios al que tuviera que temer.»
Hablemos del temor por un momento. Yo le tengo un temor sano al agua. Sé que me puede matar. Pero eso no significa que no me encante pescar y nadar. Me encanta. No obstante, todo el tiempo que paso disfrutando del río, del lago o del mar, soy consciente del potencial que tiene de quitarme la vida. De la misma forma, le temo a la electricidad, a la gasolina y a las escaleras altas mientras
trabajo con ellas. Disfrutar de sus beneficios sin reconocer sus peligros sería una tontería.
Además, de una manera más personal, le temo a mi papá. Lo amo y no cuestiono ni por un momento sus buenas intenciones. Pero no me engaño tampoco. A pesar de que sé lo mucho que me ama y que se preocupa por mí,
siempre he respetado su autoridad de padre. De niño, temía las medidas correctivas que tomaría si yo llegaba a avergonzar a mi familia terrenal o a mi familia celestial.
Así que, sí, yo temo a Dios. Lo venero y me asombra su santidad. Quiero amar lo que Él ama y aborrecer lo que Él aborrece. Quiero vivir mi vida entera sabiendo que Él merece que se le tema más que a nadie o a nada en el mundo.
¿Qué dicen tus amigos de Dios? ¿Lo ven solamente como un anciano simpático
que está en el cielo? ¿Qué crees? ¿Te das cuenta de que un día Él será «fuego
consumidor» para todo el que lo rechace? Estoy convencido de que sólo en la medida en que lo conozca lo suficiente como para temerle, lo conoceré lo suficiente como para amarle. —MD
R E F L E X I Ó N
■ ¿Estoy convencido de que Dios tiene cualidades que debo temer? ¿He pensado
en lo que significa temer a un Dios de amor?
■ ¿Qué clase de temor debo tener a Dios? ¿Qué clase de temor no debo tener?