Una amiga mía escribió la siguiente carta a su hija, quien se encontraba estudiando en la universidad en otra ciudad. —CK
Querida Sarah,
Gracias una vez más por ser tan honesta y tan abierta al compartir tus luchas con papá y conmigo. Te felicitamos por la decisión que tomaste el fin de semana pasado.
Puesto que tú y Robert abrieron un poquito la puerta que conduce a la experiencia física del matrimonio, te sientes muy atraída a experimentar otra vez esos profundos sentimientos y emociones. Pero esa puerta tiene que permanecer cerrada, Sarah, hasta que tú y Robert se comprometan el uno con el otro en el santo vínculo del matrimonio el día de sus bodas (Efesios 5).
Pedimos a Dios que te dé Su fortaleza para que mantengas esa puerta cerrada. Dices que tienes que recordar dónde está tu fortaleza. Sí, no puedes apoyarte
en tu propia fuerza humana. Si te apoyas en tu propia fuerza, Satanás te puede derrotar. Pero con Dios, ¡tienes la victoria! (Filipenses 4:13).
Dices que parece que Robert lucha más con la tentación sexual que tú. Eso es normal. Él también debe esperar que eso continúe hasta que se case. No va a
desaparecer. Hablas de que «chocaste con una pared que te detuvo». Esa pared es la pared de Dios. Dios ha puesto esas fronteras y no quiere que entres en una relación física que está reservada solamente para el matrimonio (1 Corintios 6:18).
Dices que deseas que su amistad crezca aún más antes del matrimonio. Creo que
seguirá creciendo, excepto si se involucran físicamente. Si el sexo llega a ser tan
importante en una relación, esa área crece y empieza a dominar las otras a
expensas del amor y de la amistad. La relación física puede avanzar con ímpetu
(como les ha sucedido a algunos de tus amigos), pero eso dejará de lado al amor y a la amistad. En otras palabras, las relaciones sexuales pueden llegar a ser el centro de la relación, en cuyo caso, los otros aspectos más importantes, como su amor, su amistad, su comunión con Dios y su relación con los demás, se verán afectados.
¡Oramos mucho por ti en medio de todo esto! ¡Qué hermoso es saber que Dios
está a tu lado!
Con mucho amor y muchas oraciones por ti y por Robert,
Mamá.
R E F L E X I Ó N
■ ¿He ido más lejos de lo que Dios quiere que vaya en una relación física? ¿Lo he
confesado como pecado? ¿Cómo lo puedo evitar la próxima vez?
■ ¿Puedo hablar honestamente con mis padres acerca de mis luchas? O,
¿conozco a algún creyente maduro a quien le pueda rendir cuentas?