¿Algunas vez se te ha derretido la mente?
La mente se derrite cuando uno se preocupa demasiado por las cosas que no están bajo su control. Tomemos a Rita Rupp como ejemplo.
Rita y su esposo, Floyd, hace poco viajaron en auto al otro lado del país, desde Oklahoma a Nueva York. Puesto que es una persona hogareña (y se preocupa en exceso), Rita tenía miedo de lo que podía suceder en la carretera.
Por eso escribió una nota que decía: «¡Auxilio! Secuestrada. Llamar Patrulla de Carretera. Mi Van Ford es crema y azul con matrícula de Oklahoma.» Escribió su nombre y su número de teléfono.
Ahora bien, ¿por qué crees que Rita escribió esto? Pues en caso de que los Rupps tuvieran dificultades en el camino y los secuestraran, por supuesto.
Todo salió bien, hasta que Rita accidentalmente dejó caer la nota en un baño público. Al poco tiempo se emitió un boletín de noticias y la policía empezó a buscar frenéticamente a las aparentes «víctimas» del crimen.
Al día siguiente, mientras las noticias a nivel nacional seguían informando de la desaparición de los Rupps, Floyd llamó a su oficina desde una pacífica playa para ver si tenía mensajes. «Estoy sentado aquí disfrutando de una hermosa
vista del océano» —le dijo a su jefe. «No tienes ni idea de lo que está pasando, ¿verdad?» —fue la respuesta.
Rita Rupp, motivada por un derretido de la mente doble con queso, causó ansiedad y problemas innecesarios a mucha gente.
Si te preocupas demasiado, tómate esta historia en serio. Con Dios como nuestro protector podemos andar por la vida sin pensamientos exagerados que nos debiliten.
En Jeremías leemos: «¡Bendito el hombre que confía en Jehová, cuya confianza
está puesta en Jehová!» (17:7). Nada de temores ni de ansiedades. La seguridad y la confianza deben caracterizar nuestras vidas. Si vivimos así somos como el árbol que «no deja de dar fruto» (v.8). Eso seguro que es mejor que convertirse en un sauce llorón que se preocupa todo el tiempo.
Quita los ojos de tus preocupaciones. Entrégale conscientemente a Cristo todas
tus ansiedades. Disminuye el calor que te has impuesto tú mismo y pon tu mente a descansar. Olvida ese derretido de mente con queso… —TF
R E F L E X I Ó N
■ ¿Por qué me he estado preocupando mucho?
■ ¿Cómo puedo cambiar el patrón de especializarme en las inquietudes
insignificantes y empezar a dar todas mis ansiedades a Cristo?