Brian no era cristiano, pero algunos creyentes se pueden identificar con él. Tenía una actitud bien mala, y la oscura rutina de la vida marinera sólo aumentaba su irritación.
El problema era sencillo. Junto con otros marineros de bajo rango, Brian tenía que limpiar los baños. Los lavamanos quedaban tan desordenados que uno pensaría que, bueno, que los usaban 30 hombres.
Un día, Brian vio a su compañero Tony limpiar el lavamanos inmediatamente después de usarlo.
«¡Oye! —dijo Brian—, ¡qué amable de tu parte!»
Tony simplemente se encogió de hombros. «Lo puedo limpiar ahora, o lo puedo limpiar después» —explicó.
Pues Brian entendió fácilmente la lógica de todo eso y empezó a limpiar lo que él mismo ensuciaba. Incluso comenzó a testificar (por decirlo así) a sus amigos acerca de la higiene de los baños comunes.
Aunque no lo creas, dio resultado. Poco a poco los marineros pusieron más empeño y fueron más proactivos en la higiene de los baños. El resultado: se elevó la moral y hubo mucho menos trabajo.
Como cristianos descubriremos que muchas de nuestras convicciones no son tan fáciles de comunicar a otros. ¡Pero las pequeñas cosas que hacemos a diario son vitales! Cuando nuestras acciones demuestran un carácter que honra a Cristo, obtenemos tres ventajas específicas.
Primero, mejoran nuestros «alrededores». Por ejemplo, imagínate que tengas tan buen testimonio que la gente no se atreva a contar chistes racistas en tu presencia. Segundo, ganaremos el respeto de nuestros compañeros, aun si ellos dicen que no. Tercero, y lo que es más importante, ese respeto nos dará oportunidades de compartir nuestra fe.
El apóstol Pedro dijo que nuestra buena conducta traería bendición (1 P. 3:8,9).
Pero nota cuál era la oportunidad que Pedro sabía que vendría: «… estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (v.15).
Si la gente nos ve haciendo el bien querrá saber por qué. Tus amigos no creyentes han escuchado una sarta de mentiras y medias verdades toda su vida. También te están observando a ti. Muéstrales el evangelio y pronto querrán oírlo. —TG
R E F L E X I Ó N
■ ¿Alguna vez tomo atajos o hago trampas por creer que no es gran cosa?
¿Cómo podría eso hacerle daño a la causa de Cristo?
■ ¿Con qué frecuencia me siento tentado a pensar: «Nadie lo va a notar»?
■ ¿Busco en oración oportunidades para hablar de Cristo?