Los ranúnculos al fondo de nuestra casa estaban inusualmente radiantes y hermosos debido a la abundante lluvia primaveral que Dios envió a nuestra región. Quería tomarles unas fotografías antes de que se marchitaran, pero se me hacía difícil acercarme porque estaban creciendo en un terreno muy húmedo. Una soleada tarde me puse un par de botas, y caminé con dificultad entre la maleza hacia la ciénaga donde estaban. Antes de conseguir las fotos, me embarré los pies, me raspé por todos lados y me picaron varios insectos. Pero el poder ver los ranúnculos hizo que mi momentánea incomodidad valiera la pena.
Gran parte de la vida consiste en «atravesar» pruebas y complicaciones que son parte inevitable de nuestro mundo pecaminoso. Una de estas pruebas es la persecución. Sin duda, los discípulos experimentaron esta realidad. Ellos conocían las cosas buenas que Jesús tiene preparadas para los que le siguen, pero enfrentaron una fuerte resistencia cuando trataron de contárselo a los demás (Hechos 14:5).
Los que hemos decidido seguir al Señor y sabemos por experiencia que este es «un camino aun más excelente» (1 Corintios 12:31) perseveraremos aunque tengamos que atravesar peligros y dificultades. Al hacerlo, les mostramos a los demás un cuadro hermoso de la paz, la misericordia y el perdón de Dios. El gozo que nos espera por delante hará que nuestra momentánea incomodidad valga la pena.