Ella puso el tema, no nosotros: «¿Cómo crees que alguien se hace cristiano?» Nos encontrábamos evangelizando en Calvary Chapel-Westminster en Londres. Estaba tocando una banda de música cristiana y nosotros saludábamos a los que pasaban por allí. La joven mujer que hizo la pregunta anterior era una de las tres con quienes hablamos un poquito. Hasta que hizo la pregunta, claro.
En tres ocasiones distintas, Dios me puso a hablar con alguien del evangelio. Yo no fui a Europa a aprender sobre evangelización personal. Pero aprendí.
Primero, mi amigo Rafael y yo hablamos con Jimmy, un mecánico de Liverpool, en el metro. Jimmy había preguntado dónde se tomaba el metro a Euston. Él
necesitaba ayuda con su equipaje y nosotros íbamos en esa dirección. ¡PUM! Designio divino.
Dos días después, Lisa, la joven mencionada arriba, nos sorprendió con su pregunta. ¡PUM! Designio divino.
¿Cómo sabía yo que eran designios divinos? No tenía la guía sobrenatural de Felipe (Hechos 8). Pero Dios parecía estar abriendo las puertas para que nosotros pasáramos por ellas. ¿Y qué pasó?
Jimmy estaba muy herido por algo que sucedió en la iglesia (y créeme, fue malo). Nosotros lo guiamos para que aprendiera más de Jesucristo por medio de la Biblia. Él pasó de «no quiero nada con eso otra vez» a «tal vez lea la Biblia».
Lisa necesitaba estar segura de su salvación. Había aceptado a Cristo cuando era joven, pero las tentaciones de los años universitarios la habían llevado a preguntarse si Dios la había abandonado.
¿Y Rick? Pues, él aceptó a Cristo como Salvador de camino a la estación de
autobús. Ora por él. Es muy buen chico y está comenzando una maravillosa
aventura.
¿Y yo? Tal vez se me abrieron un poco más los ojos, o los oídos, para poder percibir los designios divinos. —JC
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué tan bueno soy cumpliendo las asignaciones divinas?
■ ¿Cuál podría ser una situación en la que Dios me esté preparando para la
asignación divina de compartir el evangelio?
■ Señor, abre mis ojos para poder ver cuando Tú obras en las vidas de las
personas. Ayúdame a reconocer a aquellos que traes a mí para escuchar las
buenas nuevas.