En 2013, el actor británico David Suchet filmaba los últimos episodios de televisión y representaba en una obra teatral al amado detective belga de Agatha Christie, Hercule Poirot, cuando desempeñó «el mayor papel de [su] vida». Entre esos proyectos, grabó una versión en audio de toda la Biblia; más de 200 horas.
Suchet, que se convirtió en creyente en Cristo después de leer el libro de Romanos en una Biblia que encontró en un hotel, denominó el proyecto el cumplimiento de «una ambición de 27 años. Me sentí totalmente incentivado. Investigué tanto cada parte que estaba ansioso por comenzar». Luego, donó su salario.
Sus grabaciones continúan siendo un ejemplo inspirador de cómo glorificar a Dios con la administración de un talento o don, para luego compartirlo. Pedro instó a tal mayordomía en su carta a los creyentes del primer siglo. Perseguidos por adorar a Jesús, no al César, los desafió a centrarse en vivir para Dios mediante el desarrollo de sus dones espirituales: «Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios» (1 Pedro 4:11). Podemos desarrollar todos los dones «para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo».
Suchet ofreció sus talentos a Dios. Nosotros podemos hacer lo mismo, administrando todo bien para la gloria de Dios.