En 2019, el huracán Dorian arrasó Bahamas, considerado el peor desastre natural de la historia del país. Refugiado en su casa con su hijo adulto paralítico cerebral, Bernardo sabía que debía irse. Aunque era ciego, tenía que salvar a su hijo. Con cuidado, lo colocó sobre sus hombros y salió, y con el agua hasta el mentón, lo llevó en sus brazos hasta un lugar seguro.
Si frente a un gran obstáculo, un padre terrenal está ansioso de ayudar a su hijo, piensa cuánto más le interesan sus hijos a nuestro Padre celestial. En el Antiguo Testamento, Moisés recordó cómo Dios llevó a su pueblo aunque la fe de este estaba en peligro de vacilar. Le recordó cómo lo había liberado, alimentado en el desierto, luchado contra sus enemigos y guiado con una nube y fuego. Le dijo: «has visto cómo el Señor tu Dios te llevó, como un hombre lleva a su hijo» (Deuteronomio 1:31 lbla).
La travesía de los israelitas por el desierto no fue fácil, y su fe a veces disminuía, pero las evidencias de la protección y la provisión de Dios eran enormes. La imagen de un padre llevando en brazos a un hijo —con ternura, valentía y confianza— es una imagen maravillosa del cuidado de Dios. Aunque enfrentemos desafíos, podemos recordar que Él nos sostiene y lleva a través de ellos.