Marta fue asistente de una maestra en una escuela primaria durante más de 35 años. Cada año, ahorraba dinero para comprar abrigos, bufandas y guantes para los alumnos necesitados. Después de perder su lucha contra la leucemia, tuvimos un servicio de recordación. En lugar de flores, la gente donó cientos de abrigos nuevos para los estudiantes que ella amó y sirvió. Muchos compartieron historias de las innumerables formas en que Marta los había alentado con palabras amables y acciones bondadosas. Sus compañeros docentes la honraron con una campaña anual de abrigos durante tres años después de su paso a la eternidad. Su legado de bondad continúa inspirando a otros a servir con generosidad a los necesitados.
En Hechos 9, Lucas comparte una historia sobre Dorcas, una mujer que «siempre hacía muchas buenas obras y ayudaba mucho a la gente pobre» (v. 36 rvc). Cuando se enfermó y murió, la comunidad enlutada convocó a Pedro, y todas las viudas le mostraban cómo ella había vivido para servir (v. 39). En un acto milagroso de compasión, Pedro la resucitó. La noticia se difundió y «muchos creyeron en el Señor» (v. 42). Pero fue el compromiso de Dorcas a servir a otros de forma práctica que impactó a la comunidad y reveló el poder de la generosidad por amor.