Con suficiente sol y agua, coloridas flores silvestres cubren el valle Antelope y el monte Figueroa en California. ¿Pero qué sucede cuando hay sequía? Los científicos han descubierto que ciertas plantas silvestres almacenan grandes cantidades de semillas debajo de la tierra, en lugar de permitir que broten; y después de la sequía, las usan para comenzar a florecer nuevamente.
A pesar de las condiciones adversas, los antiguos israelitas trabajaron como esclavos en Egipto. Los amos los forzaban a cultivar los campos y hacer ladrillos. Y supervisores desalmados los obligaban a edificar ciudades enteras para Faraón. Este, incluso, intentó usar el infanticidio para reducir su número. No obstante, como Dios los sustentaba, «cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían» (Éxodo 1:12). Muchos eruditos de la Biblia estiman que la población israelita llegó a más de dos millones en Egipto.
Dios, quien preservó a su pueblo entonces, también nos sostiene a nosotros hoy. Él puede ayudar en cualquier entorno. Tal vez nos preocupe atravesar otra temporada, pero la Biblia nos asegura que «si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así», Él puede suplir nuestras necesidades (Mateo 6:30).