Ala edad de 16 años, Mary Isabel Catherine Bernadette O’Brien se miró durante largo tiempo al espejo y dijo: «Sé desgraciada o conviértete en otra persona.» Puso la mirada en el mundo de la música y posteriormente cambió su nombre a Dusty Springfield. Una cadena de éxitos incluyendo “You Don’t Have To Say You Love Me” [«No tienes que decir que me amas»] le dio el éxito discográfico en los años 60. En marzo de 1999 murió de cáncer del seno, 11 días antes de entrar en el salón de la fama del Rock and Roll.
«Sé desgraciada o conviértete en otra persona.» Muchos de nosotros nos hemos dicho algo similar. El problema es cómo lograrlo de tal manera que produzca significación y un cambio duradero para bien. Nuestras más reflexivas miradas en el espejo nos llevan más allá de nuestra apariencia exterior hasta llegar a quienes somos en el fondo. Es ahí donde anhelamos ser diferentes.
Una de las personas que más dramáticamente cambió en la Biblia, un hombre llamado Pablo, dijo que la verdadera transformación ocurre cuando nos entregamos a Dios. «Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios…» (Romanos 12:1).
Una paráfrasis del versículo siguiente dice: «No copien la conducta ni costumbres de este mundo, sino sean personas diferentes y muestren que son nuevas personas en todo lo que hagan y piensen. Así aprenderán por experiencia propia que los caminos de Dios realmente les satisfacen» [Traducción propia de esta traductora de The Living Bible].
Detrás de todo programa de ejercicio y maquillaje facial hay una esperanza de que en verdad podemos cambiar. Dios dice que se puede lograr, pero no bajo nuestras condiciones. El primer paso en el plan de Dios es ofrecernos incondicionalmente a Él. Luego, a medida que andamos en Sus caminos, Él nos moldea para que seamos las personas que quería que fuéramos cuando nos creó.
El compromiso con Cristo es el primer paso para llegar a ser otra persona… una
persona de Dios. —DM
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué cambio creo que más le interesa a Dios lograr en mí?
■ ¿Alguna vez he tratado de convertirme en otra persona? ¿Qué sucedió?
■ ¿Por qué se necesita compromiso y obediencia a Dios (Romanos 12:1,2) para
lograr la verdadera transformación espiritual?