Cuando James tenía seis años de edad, su hermano mayor, David, murió trágicamente en un accidente. En los años que siguieron, James se esforzó al máximo por consolar a su madre, Margaret. Décadas más tarde, en la imaginación fértil de James Barrie, esa misma idea florecería como inspiración para crear un personaje muy querido que nunca crecía: Peter Pan. Al igual que una flor que empuja para salir a través del pavimento, algo bueno emergió del suelo duro de un dolor inimaginable.
Qué gran consuelo es pensar que Dios, de una manera infinitamente más creativa, puede sacar algo bueno de nuestras circunstancias más difíciles. En la historia de Rut, en el Antiguo Testamento, hay una hermosa ilustración de esto. Noemí había perdido a sus dos hijos y se había quedado sin sostén económico. Su nuera Rut, ya viuda, decidió quedarse con ella para ayudarla y servir a su Dios (Rut 1:16). Al final, la provisión del Señor les trajo a ambas un gozo inesperado. Rut volvió a casarse y tuvo un hijo, «y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David» (4:17). Además, aparecería entre los ancestros de Jesús (Mateo 1:5).
La tierna misericordia de Dios sobrepasa nuestra comprensión y se encuentra con nosotros en lugares sorprendentes. ¡Sigue buscando! Tal vez la veas hoy.