El grupo musical local Over the Rhine, llamado así por el duro barrio obrero donde se originó, en Cincinnati, Ohio, canta sobre una transformación que tenía lugar todos los años en esa ciudad. «Cada vez que llegaba la primera nevada real del año, se sentía como que algo sagrado estaba sucediendo —explica el cofundador de la banda, Linford Detweiler—. Una especie de nuevo comienzo. La ciudad se volvía más lenta y silenciosa».
Si alguna vez experimentaste una fuerte nevada, entiendes que puede inspirar una canción. Una mágica quietud cubre el mundo a medida que la nieve oculta la suciedad y la grisura. La oscuridad invernal se aclara, y nos invita a deleitarnos y reflexionar.
Eliú, un amigo de Job, resaltó cómo la creación exige nuestra atención: «Truena Dios maravillosamente con su voz; […] a la nieve dice: Desciende a la tierra; también a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales» (Job 37:5-6). Semejante esplendor puede interrumpir nuestra vida, reclamando una pausa sagrada: «Así hace retirarse a todo hombre, para que los hombres todos reconozcan su obra» (v. 7).
A veces, la naturaleza capta nuestra atención de maneras que no nos gustan, pero independientemente de lo que nos suceda o nos rodee, cada momento puede inspirar nuestra adoración.