En la tienda de telefonía, el pastor se preparó para la mala noticia. El teléfono que se le había caído por accidente estaba totalmente destruido, ¿verdad? En realidad, no. La empleada recuperó toda la información, incluidos los videos y fotos bíblicos. «Y también recuperó todas las fotos que yo había borrado —dijo él—. Además, ¡me dieron un teléfono nuevo para reemplazar el roto! Recuperé todo lo perdido y más».
Una vez, David encabezó su propia misión de rescate después de un ataque de los despiadados amalecitas, quienes habían invadido y quemado Siclag y llevado cautivos «a las mujeres y a todos los que estaban allí», incluidos sus esposas e hijos (1 Samuel 30:2-3). «David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron» (v. 4). Los soldados estaban tan enojados con su líder que hablaron de «apedrearlo» (v. 6).
«Mas David se fortaleció en el Señor su Dios» (v. 6). Y como Dios prometió, David persiguió a los amalecitas y «libró […] todo lo que los amalecitas habían tomado […]. Y no les faltó cosa alguna, […] así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David» (vv. 18-19). Cuando enfrentamos ataques espirituales que nos «roban» incluso la esperanza, busquemos nuevas fuerzas en Dios, quien siempre estará con nosotros.