El oro de 24 quilates es casi 100% puro. Pero este porcentaje es difícil de lograr. Los refinadores usan uno de dos métodos para el proceso de purificación. El Miller es más rápido y menos costoso, pero el oro resultante es solo 99,95% puro. El Wohlwill lleva más tiempo y cuesta más, pero produce un oro 99,99% puro.
En los tiempos bíblicos, los refinadores usaban fuego para purificar el oro, ya que hacía que las impurezas salieran a la superficie, y se podían quitar con más facilidad. En su primera carta a los cristianos en Asia Menor, el apóstol Pedro usó ese proceso como una metáfora de la obra de las pruebas en la vida del creyente. En aquel momento, muchos eran perseguidos por los romanos por su fe en Cristo. Pedro conocía la situación por experiencia propia. Pero explicó que la persecución demuestra si nuestra «fe es auténtica» (1 Pedro 1:7 ntv).
Quizá sientas que estás en el fuego de un refinador: en el calor de dificultades, enfermedades u otros desafíos. Pero estas cosas suelen ser el proceso mediante el cual Dios purifica el oro de nuestra fe. En nuestro dolor, tal vez le roguemos que detenga rápidamente el proceso, pero Él sabe qué es lo mejor para nosotros. Permanece conectado con el Salvador, buscando su consuelo y paz.